Artículos de prensa

Ingenuas mariposas

Rodrigo Soto
Desde España

La relación de seducción y rechazo, que une al lejano Orienie y a Occidente, arrastra su ambivalencia desde hace ya muchos siglos. Con la misma facilidad, ambas culturas se acercan para contemplar fascinadas sus diferencias, o violentamente se repelen. Luego de la fase hermética que correspondió a la Revolución Cultural de Mao, había de venir, necesariamente, el nuevo noviazgo. Hoy, al tiempo que las inversiones transnacionales se multiplican vertiginosamente en la vieja China, aumenta en Occidente el interés y la atracción portodo lo oriental. En el campo cinematográfico, superproducciones como «El Último Emperador», «Indochina», o la próxima a estrenarse «Pequeño Buda» (también de Bertolucci) son buena prueba de ello.

A esta corriente de interés, viene a sumarse «M. Butterfly», dirigida por el canadiense David Cronemberg («La mosca», «La zona muerta», «Videodrome», entre otras), e interpretada por Jeremy lrons-(«Herida», «La Misión», etc.) y John Lone («El Ultimo Emperador»).

La película, en cierta forma, es una glosa irónica y brutal a la célebre ópera, en la que una princesa china despechada se suicida, luego de conocer la traición de su amado, un marido norteamericano.

La cinta, sin embargo, no está inspirada directamente en el argumento de la ópera, y tiene oomo punto de partida la obra de teatro homónima de David Henry Hwang. Pero la pieza teatral, a su vez, se inspira en la verídica y triste historia de René Gallimard, funcionario de la embajada francesa en Beijing, allá por 1964.

LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO AMOROSO

La película cuenta la historia del amor desventurado, trágico y, en más de un sentido, equívoco de Monsieur Gallimard por la diva de la ópera china Son Liling. Durante poco más de una hora, vemos cómo ertrancés va invistiendo· a su amada con los atribtJtos que le dicta su propio deseo, en un irrefrenable delirio amoroso: al cabo del cual Son Liling encara todo lo exótico y sublime de la cultura china. Los reestantes cuarenta minutos de película narran el brutal desengaño de Gallimard, su despertar amargo de una verdad que sólo el dulce ensueño del amor pudo ocultarle.

Pero la historia no termina aquí. Puesto a elegir entre el sueño y la realidad, Gallimard no duda en serle fiel al primero, y escoge la Sombra, la Locura, el Sueño, para .conservar intacto su Amor. «$i el precio de mi amor es la irrealidad del mundo, desaparezca, entonces este, pero·viva etemamente mi amor», parece decirnos. ¿No es,_acaso, la misma elección de la doncella china en la ópera clásica? No obstante, en este caso el desengaño también da pie a otras interpretaciones.

LA ALEGORÍA POLÍTICA

Lejos qe mostrarnos una China exótica y de ensueño, la película se esmera en transmitirnos 1a atmósfera opresiva de los días de la Revolución Cultural. A ello contribuye notablemente la fotografía, desplazada si~mpre hacia'las sombras, hasta que llega el punto en qu~ los espectadores clamamos por un poco de luz. Yla luz llega, progresivamente, junto con el enamoramiento, au-nque nunca con suficiente . intensidad como para que nos sintamos completamente a gusto.

Asimismo, las frías consideraciones geopolíticas que inundan el ambiente diplomático en que se mueve Gallimard, nos ponen sobre aviso de que·la pelícúla no trata de una historia de amor fallido. De modo que el patéticamente tardío·descubrimiento de Gallimard de que ha sido víétima de una manipulación, sólo viene a confirmar lo que los espectadores sabíamos casi desde el principio.

Es este sentido, la pelíoula puede interpretarse como una advertencia, una llamada de atención al Occidente siempre dócil, siempre ingenuo y siempre dispuesto a cortejar hasta su perdición a la bella, misteriosa y milenaria dama china que Occidente mismo ha construido. No vaya a ser, como le sucedió al desventurado GaUimard, la princesá salga güera, la moneda tenga hueco o, peor aún, no lo tenga·en abso1uto. □

Citar como:
Rodrigo Soto. «Ingenuas mariposas» Semanario Universidad. 1993.