Tinta fresca
Rodrigo Soto G
Nos han hecho creer que la ley de la selva es únicamente competencia y "sobrevivencia del más fuerte", pero lo cierto es que también es cooperación. Nada existe por y para sí mismo. Todo se prolonga y expande en lo demás. Cada ser depende de otros, y a otros respalda, nutre y sustenta. Esa es "la otra" ley de la selva.
A veces uno no solo es infeliz, sino que además se siente culpable por serlo.
El padre que viola a su hija y ve a su madrecita como lo más sagrado: eso es cultura patriarcal.
Machismo es la sensación, más o menos confusa, de que después del encuentro amoroso las mujeres deben agradecerte.
Nada más turbador e inquietante para los sólidos machos sin fisura que un hombre capaz de contener e incorporar lo Femenino.
Sin afán de ser pesimista: ¿cómo esperar que los pueblos se sacudan la opresión, si la sola subsistencia es un acto de heroísmo?
La prueba más palpable de nuestro aldeanismo centroamericano es la desintegración.
Muy fácil criticar el carácter populista de la democracia costarricense, es cierto, pero ¿qué hacés para hacerlo más real, profunda, efectiva, verdadera? Viendo los toros desde la barrera, todos los gatos son pardos y el torero más audaz un pendejo, así quién no. De modo que cuidado te vas a descubrir un día señalando como defecto principal de este régimen lo que se hace y no lo que se deja de hacer.
En Costa Rica son más bien pocos los tontos que, por tener más, se creen más que los otros, y pocos también los tontos que, por tener menos, se sienten menos que los demás.
Durante casi toda la segunda mitad del siglo XX, la política en Costa Rica se movió entre un partido sin periódico y un periódico sin partido.
Cada generación tiene un momento para cuestionar la ley, pero cada generación deberá también, en algún momento, encarnarla...
Desde la "marginalidad" es espantosamente fácil caer en la autocomplacencia.
Un anónimo rostro que lo mejor -lo único que hizo en mi vida, fue silbar aquella canción aquella tarde.
Ser testigo o conocer las aspiraciones y los sueños de alguien es terrible, pues nos convierte en involuntarios jueces del éxito o el fracaso de esa vida.
He apostado a redescubrir una y mil veces el agua hervida. Esta actitud nace de la convicción de que lo que cuenta no es la novedad del descubrimiento, sino la sorpresa del hallazgo, el relámpago, la maravilla del descubrimiento.
Una manera de resumir este giro sería decir: Dejó de obsesionarme la pregunta "¿Quién soy?", y se está convirtiendo en prioritario plantearme: "Soy, ¿y…?", o "¿Para qué soy?"
Seré un idiota, pero sé que lo soy. Otros, más idiotas que yo, creen que no lo sé.
Me escucho hablando de una forma nueva, diciendo cosas que no sabía que sabía.
No es lo mismo melcocha que cajeta.
Hay cosas para las que
uno siempre sigue siendo un niño.
El cuerpo es inocente.
El deseo de compartir es instintivo.
Me estoy naciendo a pedazos...
Hay que ser digno del niño que uno fue.
Hay que nadar hacia lo abierto.
Parafraseando al político mexicano: no soy materialista ni idealista, sino todo lo contrario.
Quiero lo que hago y hago lo que quiero.
Recordar que la Vida es un desafío, una apuesta insensatamente hermosa contra la voracidad de lo inerte.
El gozo callado: la certidumbre de estar vivo. ■
Citar como:
Rodrigo Soto. «El pensamiento roto (2)» Revista dominical, La Nación. 21 de noviembre de 1999. Página 23