Comentarios
Comentarios
Rodrigo Soto y sus Mitomanías
Mario Alberto Marín

Desde que Oscar Álvarez en 1978 conquistó con “Enigmas y sacrilegios”, el Premio Joven creación en cuento (era ya la segunda vez; en 1976 lo obtuvo compartido con Hugo Rivas), nadie había roto con la hegemonía de la poesía en esta controversial justa. ¿Crisis de la narración joven o miedo a la llamada “crítica”? ¿O es esto acaso un síntoma de que los jóvenes costarricenses nos estamos quedando sin imaginación? Lo que sí es un hecho, y debe preocuparnos, es la ausencia casi completa de manifestaciones jóvenes en el campo de la narrativa, (del ensayo mejor no hablemos), y de la apabullante proliferación de poetas que están saturando el mercado. En estos momentos, hasta el gato de casa “versea”.

La Editorial Costa Rica nos acaba de propinar el sablazo que faltaba: la publicación de un nuevo Premio Joven Creación en la rama de Cuento, después de cuatro años de hegemonía lírica. “Mitomanías”, es el título del libro, y su autor, un filósofo de veintiún años: Rodrigo Soto González.

Once cuentos componen “Mitomanías”, de los cuales, en este enfermizo afán por encasillarlo todo, bien podemos decir que el cuento más humano es “Sonata del torno y la dulzaina”; el más tenebroso “Crónica de la oscuridad”; el más cerebral, “Punto de Fuga”; y el más inverosímil “Mitomanías”.

Además, me llamaron poderosamente la atención “El otro Vértice”, “Epitafio”, y “Microcosmos”. En “El otro Vértice” descubrimos un cuento erótico, esto es, un cuento en donde el elemento erótico no desemboca en el lugar común de la pasión jadeante, sino que prepara al lector para zambullirlo magistralmente en una contención sexual. “Epitafio” es el cuento de lo imprevisible: se percibe a lo largo de su lectura cierto hálito de angustia sabatiana: “Adelante ya no hay nada. Un pedazo de noche se pega al parabrisas. Quizás más adelante, habrá un viraje hermoso y empinado, en donde todo, finalmente termine. (P.91).

“Microcosmos” es un cuento de situaciones, siete en total, enlazadas por un mismo hilo de desventura; éstas llegan a conformar una especie de mosaico donde el autor anuda no más que posibilidades.

A pesar de su corta edad, Rodrigo Soto ha escrito un libro de madurez. Ha plasmado en cada recodo de “Mitomanías”, la desesperación universal del hombre contemporáneo que vive constantemente asediado por las engañosas evidencias de su mundo, y que por más que intenta liberarse de ellas, sólo logra adentrarse cada vez más en su propia muerte. Es el caso de aquél que lucha por librarse de las arenas movedizas: entre más se mueve, más se hunde. ¿Es o no pertinente este razonamiento al campo del “Episteme”? Dejemos planteada esta pregunta a manera de epitafio.

La Nación, noviembre de 1983

Diseño www.redcultura.com / Hosting: Tormenta Cerebral.S.A.